domingo, 30 de junio de 2013

Tristeza del recuerdo

Por las esquinas vagas de los sueños alta la madrugada, fue conmigo tu imagen bien amada, como un día, en tiempos idos, cuando Dios lo quiso.

Agua ha pasado por el río abajo, hojas verdes perdidas llevó el viento desde que nuestras sonrisas vieron quedas su afán borrarse con el sol traspuesto.

Hermosa era aquella llama, breve como todo lo hermoso: luz y ocaso. Vino la noche honda, sus cenizas guardaron el desvelo de los astros.

Tal jugador febril ante una carta, un alma solitaria fue la apuesta arriesgada y perdida en nuestro encuentro; el cuerpo entre los hombres quedó en pena.

¿Quién dice que se olvida? No hay olvido Mira a través de esta pared de hielo ir esa sombra hacia la lejanía sin el nimbo radiante del deseo.

Todo tiene su precio. Yo he pagado el mío por aquella antigua gracia, y así despierto, hallando tras mi sueño un lecho solo, afuera yerta el alba.

Autor: Luis Cernuda

martes, 4 de junio de 2013

Peñíscola

Peñíscola en el mar, barco varado,
de fuerte quilla y alta arboladura,
donde se encima un sueño, que almenado,
rompe del horizonte la angostura.

Huella de un tiempo duro, empeñascado,
que se hizo historia, pero que perdura
en la sombra de un Papa encastillado,
que empavesa la recia escarpadura.

Peñíscola en la noche, nave anclada,
muela que afila vientos marineros,
piedra rugosa de aridez herida,
aunque perenne roca desolada,
trazadora de eternos derroteros
con la tajante proa hacia la vida!

Peñíscola 1959
José Jurado M.

Gracias a nuestros amigos de TodoMaestrat por enviarnos esta linda poesía.

martes, 26 de febrero de 2013

Topografía - Luis Palés Matos

Esta es la tierra estéril y madrastra en donde brota el cacto. Salitral blanquecino que atraviesa roto de sed el pájaro; con marismas resecas espaciadas a extensos intervalos, y un cielo fijo, inalterable y mudo, cubriendo todo el ámbito.

El sol calienta en las marismas rojas el agua como un caldo, y arranca al arenal caliginoso un brillo seco y áspero. La noche cierra pronto y en el lúgubre silencio rompe el sapo su grita de agua oculta que las sombras absorben como tragos.

Miedo. Desolación. Asfixia. Todo duerme aquí sofocado bajo la línea muerta que recorta el más firme y rígido de los campos. Algunas cabras amarillas medran en el rastrojo escaso, y en la distancia un buey rumia su sueño turbio de soledad y de cansancio.

Esta es la tierra estéril y madrastra. Cunde un tufo malsano de cosa descompuesta en la marisma por el fuego que baja de lo alto; fermento tenebroso que en la noche arroja el fuego fatuo, y de esas largas formas fantasmales que se arrastran sin ruido sobre el páramo.

Esta es la tierra donde vine al mundo. -Mi infancia ha ramoneado como una cabra arisca por el yermo rencoroso y misántropo-. Esta es toda mi historia: sal, aridez, cansancio, una vaga tristeza indefinible, una inmóvil fijeza de pantano, y un grito, allá en el fondo, como un hongo terrible y obstinado, cuajándose entre fofas carnaciones de inútiles deseos apagados.


Un hermoso poema de Luis Palés Matos en Canciones de la vida media, incluido en Antología de la poesía hispanoamericana contemporánea: 1914-1970. Gracias a La Casa del topografo por enviarnos este poema para incluirla en nuestra colección.

lunes, 7 de diciembre de 2009

El Hermano Ausente en la Cena de Pascua

La misma mesa antigua y holgada, de nogal,
y sobre ella la misma blancura del mantel
y los cuadros de caza de anónimo pincel
y la oscura alacena, todo, todo está igual...

Hay un sitio vacío en la mesa hacia el cual
mi madre tiende a veces su mirada de miel,
y se musita el nombre del ausente; pero él
hoy no vendrá a sentarse en la mesa pascual.

La misma criada pone, sin dejarse sentir,
la suculenta vianda y el plácido manjar;
pero no hay la alegría y el afán de reír

que animaran antaño la cena familiar;
y mi madre, que acaso algo quiere decir,
ve el lugar del ausente y se pone a llorar...